martes, 10 de noviembre de 2015

Hace veinte años...


Recuerdo esos días de verano, cuando los rayos de sol traspasaban la ventana de mi habitación y hacían que te levantases con esa alegría descomunal.
Recuerdo esos meses de noviembre, cuando empezaba la “cuenta atrás de navidad”, como yo la llamaba. Era mi época favorita. Los nervios por el ansiado día que todos los niños esperábamos, los Reyes Magos. Creo recordar que pasaban los años y, aun sabiendo que los Reyes Magos no existían, yo seguía entusiasmada y con miedo a levantarme a media noche por si veía los regalos.
La noche de Halloween, San Valentín..., días tan simples y tan cortos nos alegraban la infancia. En Halloween recuerdo ir al parque de atracciones y disfrazarme, y por supuesto, aunque en España no fuera una tradición, mi madre y yo siempre adornábamos la casa con pequeñas calabazas. En San Valentín la mayoría de mis amigas mandaban preciosas cartas de amor, yo era demasiado tímida.
Odiaba el instituto en muchas ocasiones, las matemáticas me hacían la vida imposible, eran mi punto débil, pero no me arrepiento de haber acudido a esa “cárcel”, como mis amigas lo llamaban, porque ahora estoy donde estoy, viviendo mi vida lo más feliz que me imaginaba y con la carrera que deseaba.
Pero lo que con más emoción recuerdo era el amor adolescente, la capacidad que teníamos para enamorarnos y cómo lo hacíamos. Esas cosquillas que teníamos en el estómago al ver la persona que te gustaba, y lo roja que te ponías, era precioso. Todo esto pasó hace veinte años pero lo recuerdo como si fuera ayer y me alegro de ello.
La adolescencia siempre la recordaré como la etapa más bonita, junto a la infancia, de mi vida. Cada momento era único e irrepetible y siempre aprendías una experiencia nueva que te hacía más fuerte, por lo menos a mí.

Laura Murillo 4ºB

Una mirada hacia el exterior


A través de mi ventana se ven muchas cosas, de tal forma que, aunque alargara esta redacción tanto como pudiera, los detalles nunca dejarían de cambiar. Así que no voy a describir todos los detalles, pero intentaré contarlo de la forma más completa posible. En primer lugar no hace falta mirar muy hacia arriba para ver el cielo, ya que vivo en un piso tan alto que el cielo, al igual que los pájaros y las nubes, están fácilmente al alcance de mis ojos.
 Mi urbanización tiene los pisos construidos en forma de "L", así que, si miras a la izquierda, no muy lejos se pueden ver los últimos pisos del edificio de la izquierda, en cuyas ventanas he llegado a ver acciones cotidianas y no tan cotidianas de las vidas de las otras personas. Aunque la mayoría del tiempo, ya que estos edificios dan de cara al sol, suelen tener permanentemente las persianas bajadas. No sé por qué tienen que estar tan cerradas, será que no les gusta el sol...
Si miramos hacia abajo, las vistas son pocas, ya que hay muchos árboles, algunos de los cuales llegan a dar sombra a mi ventana. Hacia la derecha, se ve poca cosa; solamente, si tu vista es buena, puedes alcanzar a ver la esquina del patio de un colegio y una calle por la que se ven pasar muy pocos coches, ya que si la sigues te conduce a un callejón sin salida que la gente empezó a usar de garaje hace ya muchos años.
Y puestos a mirar a todas las direcciones, lo justo sería mirar también al frente, que también es mi vista favorita. ¿Qué tiene esta vista de especial para ser mi favorita? La respuesta es fácil: si la miras por mirar no tiene nada, ya que es solo un descampado que se pierde en la distancia hasta juntarse con el cielo. Pero creo que es eso lo bonito de esta vista, tiene la simpleza de ser un descampado, o al menos así lo ven las visitas, pero si vives con esas vistas permanentemente te das cuenta de su complejidad, ya que en primavera renace, con magníficas flores; en otoño las hojas de los árboles que son arrastradas por el viento lo tiñen de un naranja precioso, en invierno está mojado y lleno de charcos, y finalmente en verano se torna amarillento, seco y sin vida, y ya depende del calor, se quema o lo siegan a ras del suelo quedando en poca cosa hasta la primavera siguiente.
Hay muchas cosas más que se podrían describir mirando desde mi ventana, pero, como ya he dicho, sería largo e imposible describirlo entero. ¿Quién sabe? Tal vez algún día alguien podrá captar su belleza.

Irene Palomino 4ºB

Desde mi ventana



Si  te asomas a la ventana, te encuentras con un pequeño jardín, todo él vallado con una alambrada metálica. Dentro de él, hay dos pinos, que cuando hace mucho aire parece que van a atravesar los cristales de lo altos que son. Todo está lleno de plantas que los rodean con grandes piedras. Alrededor de este jardín hay unos bloques de pisos gigantescos. Nueve plantas. Hay una pequeña parte que está asfaltada, pero todo ello está con gran cantidad de arena, varios columpios. Los laterales están llenos de bancos de madera. Detrás de ellos, árboles grandes y verdes. A los pies de estos se encuentra todo tipo de plantas llamativas y arbustos. Al girar hacia tu derecha, hay una pequeña plaza que está asfaltada en piedras de medio tamaño. No hay bancos ni fuentes. Comunica con un colegio. Hay un letrero grande donde por el nombre del colegio.
Andrea Ortiz. 4º B

Los ejes rotos del universo


Para cualquiera que encuentre esto                         27/01/2324
                                                                                                     1902   
                                                                                                     3056…….
Si estás leyendo esto, significa que no todo acabó como se pensaba que acabaría. Describiré el paisaje brevemente. Puedo ver árboles en pedruscos que flotarán, digo habían flotado, ¡quiero decir flotan! Esto empieza a afectarme. ¿Por dónde iba? ¡Maldita sea! Ah, sí, el paisaje…, puedo ver dinosaurios, drones antropomórficos, engendros sacados de eras bíblicas. Los mares están por todas partes, desperdigados, la gravedad actuará. ¡Otra vez no!..., actuase, hubo actuado, !actúa¡ Eso es, actúa de una forma que no puedo comprender. Lo que está pasando, sea lo que sea, cada vez me afecta más. Parece como si el universo se separara, como si fuera una naranja que está siendo desgajada. Ni tan siquiera sé cómo aún existo. Y todo esto por esos malditos científicos que querían llegar demasiado lejos. ¿Y si somos los únicos en el universo? Las implicaciones que eso tendría, cuán estúpidos somos que hemos terminado con nuestra propia existencia.
¡Oh, dios¡ Qué horrible, acabo de ver cómo desaparece un pedazo del universo mismo, como si fuéramos bits en un mundo cibernético, como si el universo estuviese dividido en sectores.
¡Oh, no! Se acerca, se está, estuvo, estará, hubo est…
Alejandro Pentón. 4º B

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Mi luz preferida

       

Me cuesta elegir un momento concreto del día porque su luz me guste más. El motivo es que prefiero los días nublados y con lluvia, y en esos días la luz no varía mucho que digamos, a no ser, claro está, que se haga de noche. Entonces ya la oscuridad es absoluta y, con tanta nube, ni siquiera se alcanza a ver la luna. La razón es que prefiero la oscuridad, ya sea de la noche o de la lluvia, a un sol tan fuerte que pique. De todas formas, si tuviera que elegir un momento en el que la luz solar no me molestara tanto, sería sin lugar a dudas la de la mañana, ya que es tan suave, clara y fina, que da la sensación de que fuera a romperse de un momento a otro. A veces, y esto tiene que ver con la redacción "Qué se ve desde mi ventana", la luz de la mañana pasa entre los altos arboles que la tapan y, cuando levantas el estor, las hojas de los árboles y el reflejo del agua hacen que el techo, el suelo y la pared de mi habitación parezcan un lienzo en vivo de las sombras de la naturaleza. Sí que es cierto que la luz que el sol da a las cuatro o cinco de la tarde es más brillante, pero también parece más forzada y hace que haga más calor. Y que la luz del atardecer da la sensación de estar apagada, como si no tuviera vida, así  que podría decir que es todo lo contrario a la luz de la mañana. En resumen, la luz del atardecer es más fría, sin vida e incluso siniestra. Pueden ser por estos motivos el porqué de que prefiera la luz de la mañana. Después de todas estas descripciones he llegado a la conclusión de que la luz de la mañana no es tan intensa como la luz del medio día, ni tan oscura como la luz del atardecer.

Irene Palomino. 4ºB

Fragancias


Es interesante cómo algunos olores nos pueden llamar tanto la atención y engatusarnos, y cómo otros nos pueden provocar tanto desagrado.
Hay muchos olores y, si te fijas, todos te recuerdan a algo. El olor del mar, esa brisa acompañada de agua y sal, el sonido de sus olas, que transmiten libertad. El protector solar me recuerda las vacaciones en la playa y cómo me la echaba mi madre cuando era pequeña para que no me quemara y me decían que esperara para meterme en el agua, para que no se me quitara la crema, pero yo seguía metiéndome; también me recuerda a la piscina, bañándome en el agua con mis amigos. Al verano en general.
El olor de la hierba recién cortada me recuerda cuando iba al campo, con mi familia y con mis amigos, en esos cumpleaños tan memorables, cuando jugábamos y nos revolcábamos por el césped y acabábamos tan agotados que, cuando llegaba a casa, me quedaba dormida nada más llegar, debido a tanto cansancio.
El olor de la mandarina, ese olor que perdura después de pelar la mandarina. Este olor me recuerda cuando era pequeña y merendaba rápido, al salir del colegio, para irme después a kárate.
El olor de la plastilina, que se quedaba impregnado en las manos hasta que llegaba a casa y me lavaba las manos. Recuerdo todos esos momentos en que teníamos que hacer figuras con la plastilina, y aquellos en los que jugábamos con ella, y cómo algunos mezclaban los colores de la plastilina, y luego no podían separarlas.
El típico olor de la paella, con el que sabía que me iba a encontrar cada domingo cuando visitara a mis abuelos. Y el olor de esas fragancias que caracterizan tanto a los abuelos, esas que hueles a distancia sabiendo que son ellos.
El olor a tierra mojada significaba que ibas a meterte en la cama con las gotas de lluvia sonando, al chocar contra el tejado, hasta que al final te acostumbrabas al sonido y conseguías dormirte.
Por último, el olor a granja, el olor de los animales. El que me hace recordar todas esas veces que íbamos a la granja y veíamos a los animales; esas excusiones que siempre terminaban con un plato de macarrones.
Cada momento tiene designado un olor con el que más tarde nos quedamos al recordarlo.

Natalia Jiménez. 4º E

martes, 3 de noviembre de 2015

La mejor luz del día


En mi opinión, la mejor luz del día es la del atardecer. No elijo esta luz por ningún motivo especial, sino por el único hecho de que es cuando el cielo es más bonito e impresionante. No es que suela ver esta luz muchas veces, ya que puede estar lloviendo, puede haber niebla, puedo no darme cuenta al mirar por la ventana o al fijarme en el cielo desde algún otro lugar como desde la calle, pero cuando la veo me quedo mirando un buen rato. La mayoría de las veces que he visto esta luz ha sido en el coche, tras volver de algún viaje, de algún sitio especial o de casa de alguien como un amigo o un familiar. La verdad que pocas veces he visto este tipo de luz desde dentro de mi casa, ya que suelo estar haciendo cosas y no suelo estar pendiente de cuándo empieza a anochecer. Ahora, con el cambio horario, es de noche sin que puedas darte cuenta, así que empieza a atardecer en plena tarde. En el lugar donde mejor he podido contemplar el atardecer es en  mi pueblo. En mi pueblo, el cielo es muy diferente y mucho más bonito que en Fuenlabrada. Parece mentira, ya que solo hay hora y media de distancia en coche, pero el hecho de que sea un pueblo y que no haya tanta contaminación influye mucho. En mi pueblo el cielo por el día es más azul, el atardecer es más colorido y la noche está muy bien decorada con varias estrellas, a diferencia de aquí, que solo se ven unas pocas.

Carlos Canales. 4º B

lunes, 2 de noviembre de 2015

Lo que hice esta tarde

            
Ayer, mientras hablaba con mi amiga Claudia, vi un chico muy guapo. Tenía ojos azules, muchos músculos y era moreno, sabía hacer muchos trucos en la pista de patinaje y. aunque se resbaló y cayó al suelo muchas veces, parecía que no paraba de intentarlo.
Mañana hemos quedado juntas para ir al Zara, la tienda que está al lado del Game, esa tienda donde van todos los frikis a comprar juegos. ¡Hablando de frikis!, ese chico que se sienta a tu lado es un poco aro y no para de hablar de juegos. Si yo fuera él, saldría un poco a la calle.
Me han dicho Sara y tu amiga que ya tienes novio, a ver si me lo presentas algún día. Un beso, Chochii.

*He escogido esta imagen porque es la cara que se me queda al ver cómo la gente pone apodos a los demás sin conocerlos. El cuadro es de Edvard Munch.
Carlos Pombo. 4º E

No rendirse nunca

       

   Recuerdo cuando hace treinta años estuve a punto de darme por vencida, a punto de renunciar a mi sueño. No fue una época fácil para mí, ya que cada vez me era más difícil compaginar el instituto y el conservatorio, el nivel de exigencia iba aumentando y yo sentía que no daba abasto. No fueron pocas las veces que me planteé dejar el conservatorio y abandonar mi sueño de ser guitarrista e impartir clases en mi propia academia. Menos mal que no me di por vencida. A día de hoy no podría decir exactamente qué fue lo que me hizo seguir adelante. Puede que fueran mis compañeras de conservatorio, a las que no podía ni pensar en dejar de ver cuatro días a la semana. Quizá fue mi padre, que desde siempre me ha enseñado a no rendirme, a ser perseverante y, sobre todo, a luchar por lo que quiero. A lo mejor fue la cara de ilusión de mi madre al verme tocar en las audiciones. Tal vez fuera que, en verdad, no me imagino mi día a día sin tocar la guitarra, ensayar con el piano o hacer algún ejercicio relacionado con música. Probablemente fue una mezcla de todo eso, aunque, fuera lo que fuera lo que hizo seguir adelante, doy gracias por ello. Si me hubiera rendido, ahora mismo no estaría dando clase en mi academia, ni tendría los maravillosos alumnos que tengo, ni estaría organizando el próximo festival de guitarra de este verano, que ya es casi una tradición en esta ciudad.

Iria Cousido 4º E

No todos los tíos somos iguales

       
 Estoy harto de que todas las pibas siempre piensen que todos los tíos somos iguales, y que vamos a lo que vamos. Pero parece ser que ninguna se ha parado a pensar en que tal vez existe un chico que sepa valorarlas, respetarlas, quererlas y, sobre todo, que no piensen que las vamos a utilizar, y en cuestión de días dejarlas para irnos con otras.
         Con esto quiero decir que sé de lo que hablo, porque a mí me ha pasado. Hace menos de un año conocí a una chica que se llama Marta; ella es la típica tía inteligente y maja, aunque pasa un poco de todo. Es una chavala bastante cariñosa. Puede sonar raro que un tío como yo describa así a una chica, pero ella es especial, consiguió que, en los dos meses de verano que estuve en el pueblo, tuviera más ganas de estar con ella que de jugar a la play con los colegas.
Yo no me daba cuenta de que me estaba pillando por Marta, pero mis chavales todo el rato me lo decían y me llamaban moñas, por no reconocerlo. Pero a mí me daba igual lo que me dijeran, yo solo quería aprovechar los días que me quedaban en el pueblo, para estar con ella.
         Ahora ya ha empezado el tuto, y sigo pensando lo mismo de aquella alocada chica. A día de hoy seguimos hablando, conociéndonos, y, aunque no nos vemos mucho, la tía me sigue molando mazo.  

Naiara Hidalgo 4ºE 

Orgullo y satisfacción, II


Muchas veces, los tíos se comportan de manera extraña ante un “no” cuando nos piden salir. Dependiendo de la forma de ser del tío al que le dices que no, se comporta de manera distinta, pero con la gran mayoría pasa lo mismo. Es verdad que también nosotras, sin querer, hacemos que el tío tenga que distanciarse, porque no he visto otra cosa igual, van de machotes y ante el rechazo se acobardan, o te ponen a parir entre sus amigos. Yo creo que no es necesario todo esto: si una tía te dice que no, no se refiere a que no quiera seguir teniendo una relación de amistad contigo, si no que no quiere ir más allá de esa relación. Algunos tíos escriben críticas sobre nosotras, que a veces no se entienden muy bien, pero tampoco hay que tomárselo a mal porque una mala crítica te hace mejor persona.
En este blog, he leído la redacción de un tío que nos clasifica y creo que es justo clasificarles a ellos también. A todos los ves venir, porque tendrán algunas virtudes, pero de lo que es el tema de discreción carecen totalmente. Uno de los grupos merece un poco la pena porque son los que, más o menos, buscan una relación seria, pero el problema de estos es que se achantan muy rápido; luego están los que solo quieren un rollito, pero, cuando les dices que no, te ponen a parir a tus espaldas; y luego están los capullos que solo cazan y encima, si les dices que no, los cabrones, aparte de meter mierda a tus espaldas, te hacen un “si te he visto no me acuerdo”.
Siempre suele escucharse de la bocas de los chicos que somos complicadas y difíciles de entender, como si nos pudieran manejar, pero lo que no saben ellos es que no hay por dónde pillarles porque siempre es blanco o es negro, es decir, o están en modo pasivo o se ponen borricos. ¿No pueden ser grises?
Ahora, saliendo del papel de la chica, lo que quiero decir con esta redacción, es que ni los chicos somos tan capullos, ni tan pasivos, ni tan borricos, ni tan cobardes, ni las chicas son todas iguales, ni piensan de la misma manera, e intentar saber cómo son las chicas y como son los chicos y comprenderlo, es muy difícil y más a nuestra edad. Dejémonos de preocupar por las chicas y las chicas por los chicos y centrémonos en el día a día, en el futuro y sobre todo, vivir y dejar vivir.


Daniel Muñoz. 4º E 

¿Qué veo desde mi ventana?


Hoy vengo a contaros lo que veo desde mi ventana, bueno, lo poco que veo, ya que mi ventana pilla haciendo esquina interior de varios edificios y además hay muchos árboles.
Desde mi ventana soy capaz de ver las ventanas de mis vecinos, el jardín comunitario y poco más, ya que los árboles del jardín me tapan toda la calle, pero aun así puedo ver la academia azul que hay debajo de mi casa, la farmacia y un bar.
Normalmente me suelen caer a la ventana pinzas y ropa de mis vecinos, también tiran colillas y otros objetos.
Soy capaz de ver también a todo el mundo que pase por mi ventana y, por desgracia, a escuchar a la gente que grita o que tiene la música muy alta.
No obstante, se puede ver parte de un parque, donde se suelen juntar muchos niños, la cocina de mi vecina e incluso una tienda de zapatos.
Siempre tengo la persiana bajada, por lo que nunca me fijo en lo que hay fuera porque, la verdad, me importa bastante poco ya que no hay nada de interés.

Eric Carrasco 4º B

El transcurso del tiempo


Lo sé, es irónico que yo, un chico de quince años, hable de este tema, ya que sería más lógico que lo hiciera otra persona de mayor edad. La verdad es que siempre me ha gustado darle uso a la cabeza, y es por eso que, al dedicarme a pensar, sobre todo me ha pasado con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que, aunque llevo relativamente poco tiempo de vida, me arrepiento de muchísimas cosas que he hecho (o no hice) y añoro miles de momentos de mi vida. Echo de menos muchos sucesos y sensaciones de mi infancia, y me entristece pensar que todas ellas simplemente han desaparecido de mi corazón, y son guardadas o más bien escondidas en mi mente.
               Desde mi punto de vista muchos de esos recuerdos que he vivido no deberían desaparecer, pero con el paso del tiempo será inevitable que se esfumen.
 Por otra parte tengo la sensación de que los recuerdos más importantes se conservarán y podré recordarlos con una sonrisa, pero también siento que aquellas sensaciones indescriptibles que todos vivimos (la sensación de aferrarte a una pierna de tu madre porque te hacía sentirte seguro y feliz, el cómo te sientes cuando estás cerca de una persona de la que te has enamorado, los momentos en los cuales no puedes parar de reírte estando con amigos, la ilusión con la que en tu más tierna infancia abrías tus regalos de cumpleaños o navidad...), aparte de ser efímeras, se van borrando poco a poco hasta que solo tenemos una vaga idea de cómo se sentían.
 También me entristece pensar en la enorme cantidad de recuerdos, ya sean buenos o malos, que a lo largo de mi vida he atesorado y olvidado. Si  soy sincero, tan solo me gustaría que, dentro de lo que me queda de vida, todos los recuerdos que viva permanezcan lo más vivos posible dentro de mi mente.

Iván García 4ºE

Graffiti


Hay graffiteros que pintan tan solo para pasar el rato, pero hay otros que lo hacen verdaderamente por gusto.
Banksy es uno de ellos. Tiene graffitis increíbles, por ejemplo el de un manifestante lanzando un ramo de flores.
Se podría decir que esta obra transmite la idea del uso de armas inesperadas. Es curioso, porque normalmente los manifestantes lanzan granadas o cualquier tipo de arma dañina, pero él lo hace con un ramo de flores. Creo que se gana más negociando con amabilidad que con maldad.
Una de sus obras más recientes, es la de una pareja ``abrazada´´ que, mientras están así, están mirando el móvil. Esta obra se llama Mobile Lovers. Realmente expresa lo que está pasando en nuestra sociedad: en vez de vivir el momento, estamos mirando una simple pantalla. Esto debería cambiar… si esto está sucediendo ahora, no quiero imaginar como será dentro de unos cincuenta años. La gente no se verá en persona, simplemente por el hecho de estar mirando una pantalla.
Banksy utiliza el hecho de hacer graffitis para comunicarse, y, la verdad, si te pones a mirar sus obras, lleva toda la razón. Es muy valiente al hacer lo que hace y mostrarlo en medio de las ciudades.
El graffiti es un arte, expresas lo que sientes, lo que quieres, como quieres. No entiendo por qué en algunos sitios en ilegal hacerlo  otras cosas peores no lo son.

                                                                  Sara León 4ºE

Elogio de la timidez


La timidez es una cualidad única, una cualidad que tienen algunas personas. Las que son tímidas pueden sentirse como si no fuesen nada en la sociedad; les gustaría poder hablar fluidamente, perder la vergüenza, decir cualquier cosa sin importarles lo que digan o piensen los demás. Pero ser una persona tímida tiene sus ventajas. Al pasar casi inadvertidos, los tímidos se enteran de muchas cosas. La gente tímida no suele hablar mucho y si lo hace suele ser con un tono de voz muy bajo; eso hace que despierten curiosidad en los demás, ya que la gente se pregunta por qué no hablan y cuando lo hacen se tienen que acercar para poder escuchar lo que dice el tímido,  así que por esa parte sí que llaman la atención de la gente, ya que estas personas normalmente quieren tratar de hacer que los tímidos hablen mucho más,  se relacionen con la gente y pierdan esa timidez que les caracteriza.
Los tímidos también se libran de meterse en problemas porque al tener la boca cerrada no pueden decir algo que no deberían.
Las personas tímidas, al estar calladas,  pasan desapercibidas y, si por casualidad se enteran de algo, como un secreto, puedes estar tranquilo ya que no lo irán contando por ahí;  es más, puede que se olviden de aquello que escucharon.
Los tímidos, al hablar, llamarán la atención de la gente porque los demás pedirán silencio para que puedan oír al tímido, así que prácticamente ellos no tendrán que hacer nada para que se les pueda oír.

Ser tímido tiene muchas ventajas, puedes pasar al lado de la gente y prácticamente serás como alguien invisible, como un fantasma. Esta cualidad no tiene nada de malo ya que todos alguna que otra vez, en ciertas ocasiones,  también podemos llegar a ser muy tímidos.
Dayana Rubio. 4º E

Ellos por ellas


Según me desperté, miré el móvil. No tenía ningún mensaje de nadie, ni ninguna llamada. Me levanté, fui hacia la cocina y sorprendentemente me encontré a mi hermana desayunando cuando no eran ni las diez de la mañana, y eso que es muy dormilona, como yo. Desayuné con ella mientras veíamos la televisión. Cuando acabé me fui a despertar a mi perro, ya que seguía en la caseta. Me vestí y me fui a pasearle un rato. De camino me encontré con mis amigos y me quedé hablando con ellos unos minutos. Charlamos sobre qué haríamos a lo largo de la tarde. Todos nos pusimos de acuerdo en ir a una pista de fútbol a jugar. Nos despedimos, quedamos a las seis y me volví a casa con mi perro Teddy. De camino a casa fui jugando con él a lanzarle una pelota,  cuando de repente apareció otro perro igual que el mío. Jugaron un rato juntos,  pero no venía su dueño. Hasta que apareció una chica muy guapa y supuse que era de ella el perro. Era lo que pensaba, era suyo. Como vimos que se llevaban bastante bien los perros, decidimos quedar todos los días para pasearlos juntos. Por la tarde me fui con mis amigos a jugar y por las mañanas quedaba con ella. Pero hubo un problema, y fue que poco a poco me fui enamorando de ella. Y deseaba que llegase la mañana para poder verla y estar junto a ella.
Cristina Carrasco. 4º E