lunes, 2 de noviembre de 2015

Ellos por ellas


Según me desperté, miré el móvil. No tenía ningún mensaje de nadie, ni ninguna llamada. Me levanté, fui hacia la cocina y sorprendentemente me encontré a mi hermana desayunando cuando no eran ni las diez de la mañana, y eso que es muy dormilona, como yo. Desayuné con ella mientras veíamos la televisión. Cuando acabé me fui a despertar a mi perro, ya que seguía en la caseta. Me vestí y me fui a pasearle un rato. De camino me encontré con mis amigos y me quedé hablando con ellos unos minutos. Charlamos sobre qué haríamos a lo largo de la tarde. Todos nos pusimos de acuerdo en ir a una pista de fútbol a jugar. Nos despedimos, quedamos a las seis y me volví a casa con mi perro Teddy. De camino a casa fui jugando con él a lanzarle una pelota,  cuando de repente apareció otro perro igual que el mío. Jugaron un rato juntos,  pero no venía su dueño. Hasta que apareció una chica muy guapa y supuse que era de ella el perro. Era lo que pensaba, era suyo. Como vimos que se llevaban bastante bien los perros, decidimos quedar todos los días para pasearlos juntos. Por la tarde me fui con mis amigos a jugar y por las mañanas quedaba con ella. Pero hubo un problema, y fue que poco a poco me fui enamorando de ella. Y deseaba que llegase la mañana para poder verla y estar junto a ella.
Cristina Carrasco. 4º E

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