Lo sé, es irónico que yo, un chico de quince
años, hable de este tema, ya que sería más lógico que lo hiciera otra persona
de mayor edad. La verdad es que siempre me ha gustado darle uso a la cabeza, y
es por eso que, al dedicarme a pensar, sobre todo me ha pasado con el paso del
tiempo, me he dado cuenta de que, aunque llevo relativamente poco tiempo de
vida, me arrepiento de muchísimas cosas que he hecho (o no hice) y añoro miles
de momentos de mi vida. Echo de menos muchos sucesos y sensaciones de mi
infancia, y me entristece pensar que todas ellas simplemente han desaparecido
de mi corazón, y son guardadas o más bien escondidas en mi mente.
Desde mi punto de vista muchos de esos recuerdos que he
vivido no deberían desaparecer, pero con el paso del tiempo será inevitable que
se esfumen.
Por
otra parte tengo la sensación de que los recuerdos más importantes se
conservarán y podré recordarlos con una sonrisa, pero también siento que
aquellas sensaciones indescriptibles que todos vivimos (la sensación de
aferrarte a una pierna de tu madre porque te hacía sentirte seguro y feliz, el
cómo te sientes cuando estás cerca de una persona de la que te has enamorado,
los momentos en los cuales no puedes parar de reírte estando con amigos, la
ilusión con la que en tu más tierna infancia abrías tus regalos de cumpleaños o
navidad...), aparte de ser efímeras, se van borrando poco a poco hasta que solo
tenemos una vaga idea de cómo se sentían.
También
me entristece pensar en la enorme cantidad de recuerdos, ya sean buenos o
malos, que a lo largo de mi vida he atesorado y olvidado. Si soy sincero, tan solo me gustaría que, dentro
de lo que me queda de vida, todos los recuerdos que viva permanezcan lo más vivos
posible dentro de mi mente.
Iván García 4ºE
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