domingo, 25 de octubre de 2015

Donde mi vida empieza


Todo empezó con dos corazones latiendo dentro del mismo cuerpo. Es impresionante cómo el cuerpo de una mujer está preparado para albergar a otra persona en su interior, una persona completamente diferente, pero a la vez parecida, a la mujer que la alberga. Este cuerpo te cuida, te alimenta y te forma, y una vez que estás listo te expulsa al mundo exterior para que comiences a hacer tu propia vida; pero las madres no se encargan solo de eso, se encargan de miles de cosas más.

Una vez que sales al exterior, se encarga de cuidarte, quererte y enseñarte. Las madres te enseñan cosas que no se aprenden en un colegio. Mi madre no me ha enseñado matemáticas, ciencias naturales o inglés; mi madre me ha enseñado cosas que para mí son mucho más valiosas: me ha enseñado a vivir, a cuidarme, a distinguir entre lo que está bien o está mal, a hablar, a reír, a andar y muchas otras cosas. Una madre siempre es un referente para un hijo. Los bebés aprenden por imitación, ¿y quién es una de las primeras personas a las que van a imitar?   A su madre, por supuesto. Una madre, por voluntad o por instinto, sabe siempre lo que su hijo necesita o quiere. La mía lo sabe. Una madre es algo único e irrepetible que todos necesitamos por más que lo neguemos. Yo necesito a la mía, y aunque me traten de niña mimada, es que, iguales o diferentes, nuestros corazones latieron juntos alguna vez, y por eso estas escasas palabras van dedicadas a mi madre, porque sé que, por más alto que vuele, con ella siempre tendré un hogar.

Lucía Juberías 4º E

No hay comentarios:

Publicar un comentario